Hitch (2005)

HITCH es una película de autoayuda. Podría perfectamente llamarse "Aprenda a conquistar mujeres en 2 horas". Contiene frases como "cualquier hombre puede conquistar a cualquier mujer", para motivar la autoestima del espectador. Previsiblemente, es mala e inútil como los libros de autoayuda. Y, extrañamente, uno se queda pegado viéndola, como con los libros de autoayuda.

En la historia, un negro y una latina, dos neoyorquinos exitosos (entiéndase por tal, rico, joven y bello) se enamoran. Traducido a la realidad chilena, eso sería decir más o menos esto: un boliviano y una peruana inmigrantes, ambos jóvenes exitosos, se enamoran (!). Siempre que en la película muestran los lugares de trabajo, las oficinas, todos están felices. En las calles la gente anda tranquila, nada los apura.¡Ah, el dulce aroma del capitalismo! ¡La felicidad!

No es que yo sea tan desubicado como para esperar ver en una comedia romántica hollywoodense la explotación del hombre por el hombre o una descarnada fotografía de las inclemencias del capitalismo; lo que pasa es que siempre me ha llamado mucho la atención cómo la industria sutilmente nos pinta un mundo totalmente de mentira a la vez que disfraza su historia como “algo que a cualquiera le puede pasar en el mundo de hoy”. El ejercicio de analizar cómo las películas yanquis chorrean ideología capitalista, ejercicio por lo demás cautivante y adictivo, es interesante hacerlo con The pursuit of happyness, película sensiblona y “humana” de la que tal vez algún día diga algo por este blog, y que le valió un Oscar a Will Smith por su rol de un personaje que, luego de incontables pellejerías, logra, como reza el título, la obtención de la felicidad: hacerse rico. Me los cagué porque les conté el final.

Como decía, Hitch es como una película de autoayuda. Aunque debería decir que podría ser una película de autoayuda, porque a partir de cierto momento parece obligarse a ser una película típica más. Los primeros veinte minutos son entretenidísimos y si la película mantuviera ese ritmo sería genial. Pero parece que llegado cierto momento la película se acuerda de que es una película romántica y trata de tejer una historia de amor tan predecible como mal actuada. Poco a poco la película va decayendo en entretención y en calidad y cantidad de tallas, al punto en que, en un momento, parece que se viera obligada a ser graciosa y tratara de meter, como sea, una (mala) talla que la justifique como tal, merced al personaje gordito que sale, (que no es sino un cliché típico y fome -el gordito loser y patético-) y a situaciones que, francamente, no hacen reír a nadie. Finalmente, Hitch se consagra como una película mala con su final, el cual nos enseña una enorme y valiosa lección de vida: no hay recetas para encontrar el amor verdadero. Menos mal que vi Hitch o sino nunca me enteraba.

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