"Paren la película, o..."

Que la realidad y la ficción se mezclen ya no resulta nada novedoso. Pero comprobarlo una vez más nunca me va a cansar, sobre todo cuando ámbitos como la mafia y el cine son los involucrados. En The Sopranos, quizás el último gran hijo que el matrimonio entre el crimen organizado y el cine ha dado a luz (corrección: en realidad The Sopranos es una serie, y, en realidad, no tengo idea si es "el último gran hijo", pero me gusta tanto que me dan ganas de ponerlo así) la realidad y la ficción parecen hacerse unos guiños desde el momento en que uno de los actores, Tony Sirico (Paulie Gualtieri, en la serie) ha sido, antes que actor, un criminal que incluso estuvo preso por 5 años. Es notable --wikipedia dixit-- la explicación que da Sirico para su giro. Cito: "Cuando vio una obra en un teatro itinerante de ex-convictos, decidió que más que ser un mafioso, quería interpretar a uno." La realidad, a veces, se parece mucho a los cuentos de Borges.
¿A pito de qué viene todo esto? En la sección Cultura, de La Tercera del domingo recién pasado (sección que, en más de una oportunidad nos ha dado qué decir) viene un IMPERDIBLE artículo sobre el cruce entre la legendaria El Padrino y la mafia. El artículo se despacha con un dato que me dejó loco:
¿Sabían que la célebre escena donde Luca Brasi ensaya una y otra vez sus palabras a Don Corleone, en la parte 1, no es sino un ensayo real de Lenny Montana, quién, dado que no era actor, repasaba sus líneas, nervioso, antes de cada escena para no hacer el ridículo al lado de Marlon Brando? Coppola, vivo él, grabó el momento y lo guardó para la posteridad.

Enterénse de otras cosas leyendo el artículo. Recuerden que no lo linkeo porque sólo pueden acceder a él mediante la edición digital de La Tercera.

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