4.
Viajo al oeste del acantilado.
El tren se pasea frente a catedrales trizadas,
y uno puede oír, acá adentro
el susurro de las vírgenes.
Al mediodía se sienta junto a mí
el anciano gris que conduce este tren
y me cuenta con su barba
las historias de su vida
Yo lo escucho
al borde de este tiempo
como una piedra y un Dios
rodando cerro abajo
1 comentario:
Al leer tu poema, me recuerda las cosas simples y talvez aventuras pasadas insertas en un viaje en tren en el cual el olor y las personas que estan ahi provoca un rico sabor, ese cariño lleno de esperanzas que ellas tienen, y todo lo que ellas nos quiere contar.
Lindo tu blog, de hecho te felicito por querer expresar lo que piensas, gracias también comentar el mio, y estoy de acuerdo en sobrehablar de lo romántico.
Cuídate y que andes bien, hablamos en otra oportunidad.
Vito te manda saludos xD
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